Las mujeres y las niñas, en toda su diversidad, tienen el derecho fundamental a vivir sin sufrir violencia, así como a decidir sobre sus propios cuerpos y sus vidas, tanto en los espacios físicos como virtuales.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ha iniciado la campaña bodyright con el fin de denunciar la falta de protección a la que se enfrentan las mujeres y las niñas en Internet. Nuestro objetivo es apoyar a las sobrevivientes de violencia de género ejercida a través de la tecnología y concientizar sobre las normas sociales con sesgo de género que la promueven.
La tecnología ofrece un sinfín de posibilidades y tiene el poder de ampliar las redes, las oportunidades y las mentes. En este mundo cada vez más tecnológico, el acceso, la alfabetización y las competencias digitales se han vuelto imprescindibles en cualquier ámbito, desde los medios de subsistencia hasta la educación o la participación en la vida cívica. Sin embargo, cada vez es más frecuente que la tecnología se utilice de forma indebida y como arma, y son las mujeres y las niñas quienes sufren estos ataques de manera desproporcionada. Asimismo, los grupos de población marginados, como las personas afrodescendientes, los pueblos indígenas, las personas con discapacidad y el colectivo LGBTQIA+, pueden llegar a ser incluso más vulnerables.
La brecha digital se describe con frecuencia como una cuestión de desinterés hacia la tecnología por parte de las mujeres y las niñas. Pero esa no es la realidad. Lo cierto es que la violencia y la discriminación son las que perpetúan su exclusión del mundo tecnológico. Esta exclusión limita sus oportunidades a futuro y acentúa las desigualdades económicas, sociales y de género. Además, trae consigo enormes repercusiones. Se calcula que unos 2.700 millones de personas carecen de acceso a Internet, de las cuales la mayoría son mujeres y niñas. Globalmente, el 62% de los hombres utilizan Internet, frente al 57% de las mujeres que lo utilizan.
Las mujeres y las niñas contribuyen a la construcción de un mundo igualitario. Cuanto más se las incluya en la creación de la tecnología, menos vulnerables serán y más se beneficiará toda la sociedad. Independientemente que la intención detrás de las nuevas tecnologías sea buena o mala, cuando la tecnología mal diseñada se une a la desigualdad de género, se producen consecuencias perjudiciales. Estos perjuicios se manifiestan, por ejemplo, en forma de abuso a través de imágenes, chantaje sexual, acoso, discursos de odio, ciberacoso y doxing.
Para garantizar la seguridad, el uso amigable y la inclusión de las herramientas y los productos, es fundamental conocer diversos puntos de vista. Por esta razón, en el UNFPA estamos elaborando una serie de directrices éticas y de seguridad dirigidas a profesionales que se ocupan de diseñar tecnologías para la prevención y la respuesta frente a la violencia de género y, lo que es más importante, estamos logrando que las empresas tecnológicas involucren a las mujeres en los procesos de diseño desde el principio.
La tecnología es esencial para impulsar la igualdad de género. Acceder a ella y utilizarla de forma segura permite que las mujeres y las niñas puedan hacerse escuchar y poner en práctica su capacidad de decisión y su autonomía, lo que les proporciona una plataforma necesaria para transformar sus futuros —y también los nuestros—