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Los sistemas de salud que construimos después del COVID-19 deben llegar a todos

3 de diciembre de 2020

Más de mil millones de personas: esa es la cantidad de personas que viven hoy con una discapacidad. Algunas discapacidades son evidentes, pero no todas. Las discapacidades del aprendizaje y los trastornos mentales, por ejemplo, pueden obstaculizar la participación plena y efectiva en la sociedad. A menudo no reconocidos, pueden complicar profundamente la navegación en un mundo con poco alojamiento o accesibilidad.

Hoy, en el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, nos comprometemos a construir un mundo accesible para todos. Hacer eso realidad requiere eliminar las barreras persistentes que aún excluyen a demasiados. Exige ir más allá de las suposiciones sobre cómo “se ve” una discapacidad. Significa una participación significativa de las personas con discapacidad y estar a la altura del llamado de “nada sobre nosotros, sin nosotros”.

¿Cómo podemos asegurarnos de que todos reconozcan sus derechos y elecciones? ¿Qué debe suceder para que los servicios sean accesibles y abrir la igualdad de oportunidades para vivir y prosperar? ¿Cómo libramos a las sociedades del estigma y la discriminación a los que se enfrentan con demasiada frecuencia las personas con discapacidad? Mientras buscamos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, estas son preguntas que debemos responder, y actuar, con urgencia.

El aislamiento prolongado y las interrupciones en los servicios y las rutinas debido a COVID-19 han impuesto cargas adicionales a las personas con discapacidades, quienes informan que la respuesta a la pandemia se queda corta en cuanto a accesibilidad. No solo debemos continuar desmantelando barreras de larga data; también debemos trabajar más duro para garantizar que los logros existentes no se pierdan y que aceleremos el progreso, incluso en el avance del acceso a la salud y los derechos sexuales y reproductivos.

Las personas con discapacidad tienen los mismos derechos que todas las demás, como se afirma en la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. Todos los países deben tener políticas y servicios de salud sexual y reproductiva totalmente inclusivos para las personas con discapacidad. Estos deben subsanar las brechas actuales, por ejemplo, en el acceso a anticonceptivos o incluso a la atención ginecológica básica. Y nuestros esfuerzos para poner fin a la violencia de género deben abordar las vulnerabilidades agudas que ponen a las mujeres y niñas con discapacidad en mayor riesgo de violencia.

En el UNFPA estamos intensificando nuestros esfuerzos para priorizar los derechos y las necesidades de las personas con discapacidad en todo lo que hacemos, incluidos nuestros esfuerzos de respuesta al COVID-19. A través del programa global 'Decidimos', estamos creando mejores datos y directrices más sólidas para hacer que la inclusión de la discapacidad sea más sistemática y basada en los derechos humanos.

En el futuro, mientras el mundo reconsidera la salud y otros sistemas a raíz de la pandemia, tenemos la oportunidad de abordar las desigualdades, la discriminación y la exclusión que COVID-19 ha dejado al descubierto. Aprovechemos esta oportunidad para apuntar a una cobertura universal que defienda los derechos fundamentales, el bienestar y la dignidad de todos.